Sandra Fernandini

Sandra Fernandini nació en Lima, en medio de una búsqueda que desencadenó en un día que dijo “el mar eres tú”. Pero vamos por partes.

Lo primero fue la arcilla. Su madre desde pequeña le abrió la puerta a la pasión por el arte llevándola a talleres de cerámica donde encontró una manera de expresión en las formas. Allí descubrió que el arte es transformación y movimiento, y es también color tierra. Al poco tiempo su familia la cogió de la mano y la llevó a Quito, para darle vueltas la cabeza y comprender que la vida también es cambio. Allí creció junto al bosque nublado de Quito, rodeado de canelos, orquídeas y colibrís. El Mindo Nambillo la vió partir hacia Minnesota, EEUU, con solo 16 años de edad para estudiar Arte. Allí fue su primer contacto con el dibujo y con disolver colores en agua para formar la acuarela. De esa manera acentuaba las formas y se plasmaban mejor los momentos. Extrañaba las extensiones de Lima y regresó para estudiar Educación en la Universidad Católica, donde se graduó como Educadora Primaria y fue, durante un tiempo, profesora de arte para niños en un colegio de Lima.

Pronto comenzó a sentir la soledad y a sentir que debía acercarse un poco más a ella. Así, y realizando un sueño de adolescencia, se marchó a Cusco para trabajar de maestra en una escuela de una zona rural de Urubamba. Allí desarrolló proyectos de educación alternativa basados en una concepción humanista y ecológica del individuo y la sociedad. Vivió en una casa ignota en medio de paisajes escarpados y cusqueños, allí también conoció niños que inventaban sus propias letras, y las leían. Otros que lavaban sus ropas en arcilla para luego llegar a casa y recibir el cariño de padres que conocen que hay otras formas de ser y de expresarse.

Buscando otras nuevas formas de expresión decidió mudarse a Madrid para estudiar Educación Artística, cursar estudios de escritura creativa y también escritura para niños. Pronto sus profesores le animaron a desarrollar una vocación artística más pura y abierta. Sandra sintió la necesidad de volver otra vez a la raíz.

Regresó a Lima para trabajar como profesora de Arte, pero también para conocer el vasto origen que esconde Latinoamérica. Así vuelve a recorrer todo Perú, Bolivia, Ecuador, llenándose de una mezcla de religión, cultura y tradición en un viaje sobrenatural pero también autobiográfico.
Desde hace cuatro años Sandra reside en Madrid y continúa mudando de piel mediante sus estudios de ilustración digital. En Madrid se dedica a su obra, la cual presenta una mezcla de técnicas tradicionales y digitales.

Sus composiciones se caracterizan por el cambio y su vuelta al origen, en un ciclo ecosistémico cuyo espiral parte de la tierra, los árboles, los detalles, las aves que hacen sobrevolar las raíces desnudas que afloran del sotobosque. Sobrevuela el dolor y la soledad en una ruta que quita vendas y muda pieles para ver el mundo aún más puro, más originario. Sobrevolando y zambulléndose también en el mar donde descubre los peces como hojas de otro origen aún más primigenio hasta llegar a la conclusión vívida de que el mar eres tú. En un origen aún por descubrir.

Sandra Fernandini es un ciclo vital de corriente marina y brisas, un flujo eterno y estimulador que a muchos nos hace volver a germinar.

 – Ernesto Loncomilla –